La preñez y la parición son funciones naturales, sin embargo, son procesos delicados, con ciertos peligros tanto para la hembra como para el potrillo. Por eso es tan importante preparar a la yegua a ser madre.
Hay varias medidas para garantizar una parición normal, del cual resulta un potrillo y una madre sanos. La hembra debe tener la edad, desarrollo somático y genital adecuados. Hay que someterla a exámenes de sangre, y de los órganos sexuales, para descontar infecciones y parásitos. Si ella sufriera de éstos, hay que aplicar un tratamiento adecuado antes del apareamiento.
La ovulación ocurre de 24 a 48 horas antes de la terminación del celo. Si la yegua orina frecuentemente, y se puede observar un parpadeo del miembro reproductor, y descargas vaginales, entonces el operario experimentado concluye que ella está en celo, lista para aparear.
Los genitales de la yegua y del macho deben ser lavados con agua caliente, para prevenir que la suciedad y el esmegma se introduzcan a la vagina durante el acto. Las suciedades pueden impedir la fertilización. Es recomendable envolverse la cola de la yegua en una bolsa plástica, afirmada por una cinta adhesiva. Así se evita que la cola entrometa.
Dos personas experimentadas, por lo menos, deben asistir en el proceso de apareamiento, uno acompañando a la yegua, el otro al semental. Deben usar casco de seguridad, para evitar accidentes, ya que los animales excitados son peligrosos.
La hembra en celo atrae a los machos gracias a las feromonas presentes en la orina y descargas vaginales. El cortejo del macho se reconoce de las siguientes señas: levanta las orejas, se acerca a la yegua de frente, relincha con frecuencia con una voz potente. Mordisquea a la hembra.
El semental debe estar separado por un cerco de madera, mientras la yegua está en un corral. El semental no debe seguir a la yegua al área de apareamiento, para evitar situaciones peligrosas, si se impacientara.
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