A medida que envejecen, las enfermedades músculo esqueléticas van acosando al caballo en mayor o menor grado, dependiendo de su conformación morfológica y de los cuidados que hayan recibido a lo largo de su vida. Si bien los caballos de élite reciben los mejores cuidados por parte del herrador, no es menos cierto que muchos de sus congéneres sufren a lo largo de su vida de cascos largos y herrajes desastrosos.
Cuando se recibe el encargo de proporcionar confort a un caballo viejo y con lesiones crónicas se debe de ser extremadamente cauto en el tratamiento y el herraje. Cambiar súbitamente un aplomado o un estado de cosas en el casco, puede ser desastroso para la integridad del caballo. Las estructuras internas del pie se han calcificado y el caballo se ha acomodado a las deformaciones. Si variamos las condiciones, se pueden producir fracturas en los huesos o en las neoformaciones óseas, con funestos resultados.
Hoy presentamos el caso de un caballo viejo, al que han recuperado unos dueños amantes de los animales. Decididos a proporcionar confort y una buena calidad de vida en los últimos años del caballo, nos han pedido que le realicemos el buen herraje que nunca ha podido disfrutar en su vida.
El veterinario ha dispuesto que se añadan a la dieta del caballo suplementos que favorecen la regeneración del cartílago de sus articulaciones y calmar las molestias producidas por la artritis. Pasado un tiempo prudencial de adaptación, probaremos a dejarlo descalzo, limitándonos a mantenerle los cascos correctamente recortados según las técnicas de Trimming Foot.